A 6 años de la controversial intervención en “La Gran Familia”

Yoselin Acosta
11 min readJul 19, 2020

--

Exterior del albergue La Gran Familia, fotos de 2009 y 2019, respectivamente. Imágenes tomadas de Street View a través de Google Maps.

Escribir este texto es especialmente complejo; en julio del 2014 tenía 15 años y me llenó de temor e interrogantes la noticia. Era coetánea de muchos de los niños y jóvenes por quienes me decidí a escribir esta historia, luego de 6 años en los que he buscado cuanto he podido sobre el tema y hoy le pongo letras para que permee en nuestra mente, se conozca y, lo más importante, no se olvide ni se repita. El nombre de “La Gran Familia” estuvo en el ojo nacional luego de que el albergue fuera intervenido y se expusieran las condiciones de maltrato y abuso en las que vivían sus habitantes. Sin embargo, en Zamora, Michoacán, donde se encontraba en operaciones, era un símbolo perenne de la ciudad y un reflejo de los contrastes en la población de la región, desde su fundación legal en 1967.

Inicios de La Gran Familia

Para quienes aún no logran recordar de qué se habla, probablemente mencionar a Mamá Rosa o “la jefa”, como la llamaban comúnmente, se vuelve un parteaguas en el recuerdo mexicano. Rosa Verduzco fue la encargada de La Gran Familia, de su administración y los menores que resguardaba -o como ella les llamaba, sus “hijos”-. Esto era posible porque los adoptaba como propios ante el registro civil. Su historia en el cuidado de menores data de 1950, cuando era apenas una adolescente de 16 años y se hizo cargo de un niño que fue abandonado luego de la visita de un circo a Zamora. Con el paso del tiempo ya eran 5 y después 10 menores a su cargo. Su familia se opuso a su labor en primera instancia, argumentando que una señorita “de clase” no podía mezclarse con niños “de la calle”, de quienes aprendió sus muletillas y sus costumbres. Sin embargo, Rosa se adentró en su mundo por completo, motivada por la necesidad de ser madre, pero no mediante el matrimonio, como ella misma lo afirmó en múltiples ocasiones. Conforme el número de niños aumentaba, se les veía por las calles vendiendo chicharrones, gelatinas, periódicos o dulces para costear algunos de los gastos de la casa que les prestaban para quedarse. Los niños que estaban bajo tutela de Rosa no solo estaban en situación de calle, si no que tenían etiquetas de “infractores”, “problemáticos”, “drogadictos” y aunque algunos sí se encontraban en la orfandad, otros tantos eran llevados por sus mismos padres a Mamá Rosa, para que los educara y “enderezara” su mal carácter.

En 1961, Rosa y sus hijos adquirieron un terreno a las afueras de Zamora, en la salida hacia Jalisco, donde edificaron mano a mano la que fue su casa por más de 50 años. Todos habían aprendido algún oficio para participar, fabricaban sus ladrillos y después se volvieron acreedores de múltiples donaciones de diversos tipos. Desde dinero en pequeña o millonaria escala, hasta donaciones en especie como materiales de construcción, ropa, zapatos y comida, que llegaban con todo tipo de frecuencia: diaria, mensual, anual y de todo tipo de donadores, incluso la Reina Isabel de Inglaterra, quien donó equipo deportivo. Este modo de financiamiento — y supervivencia — se mantuvo hasta los últimos días del funcionamiento de la casa. El “Kilómetro de Plata”, colecta anual desde 1967, tenía por objetivo que todos los zamoranos participaran y su promoción constaba de cápsulas de radio donde los menores invitaban a la sociedad civil a participar. No obstante, las formas poco amables de Rosa para solicitar (o exigir) donativos, — especialmente a empresarios y funcionarios de gobierno quienes, bajo su lógica, debían contribuir con cantidades significativas de dinero y de no hacerlo se volvían objeto de insultos y etiquetas de “tacaños” y “agarrados” — , fueron motivo de opiniones encontradas. Además de esta colecta que se institucionalizó, surgió también el “Club del Millón”, al que pertenecían personalidades conocidas y otros tantos anónimos que donaban más de 1 millón de pesos en dinero o en especie.

¿Cómo operaba La Gran Familia y qué papel tenía Mamá Rosa en su epicentro?

El modelo de operaciones de la GF era un tanto rígido y a la vez informal y familiar. Por una parte, distaba mucho de los modelos convencionales de cuidado de menores del DIF. Más bien se apegaba a la propia intuición de Mamá Rosa, quien no tenía miedo de expresarse de manera coloquial y a veces grotesca afirmando que los niños que recibía en el albergue eran “la escoria de la sociedad” , “lo que nadie quería” y que todos estaban conscientes de eso, pero que “ella los sacaba adelante enseñándoles algún oficio o música”, e intentaba hacer notar todo esto mediante presentaciones del coro y la orquesta sinfónica de la GF quienes, en efecto, eran virtuosos y diestros en sus interpretaciones. Tan era así, que a través de la escuela de música Fausto Zerón Medina, ubicada en el interior del albergue, los alumnos podían obtener un título de técnicos en música por la Universidad de Guanajuato. Otra de las filosofías de Rosa era no darles todo “a manos llenas” a sus hijos; en lugar de eso, enseñarles a trabajar por ello y en ocasiones hacía mofa de los centros del DIF donde les dieran comida y agua caliente a los niños a diario. Hacía hincapié en corregirles cada que se equivocaran — lo que se catalogó luego como maltratos severos en el Pinocho, un “cuarto de castigo”[1] — . Ella estaba convencida de que otros sistemas para cuidar a los menores los hacían débiles y no les preparaban para enfrentarse en lo absoluto “al mundo cabrón de afuera”.

Para la década de los noventa, ya existían generaciones de jóvenes que habían salido de la GF y que trabajaban en distintos lugares de México e incluso Estados Unidos, desde donde llamaban constantemente a Mamá Rosa e incluso enviaban dinero o daban clases de verano para sus hermanos en la casa hogar. Los “hermanos mayores” podían volverse maestros o “mandos intermedios” en el albergue, otro controvertido sistema que Rosa usaba para mantener la vigilancia y el control, sin que esto significara que no existiera tráfico de comida, ropa y a veces drogas en su interior. Incluso se instalaba una pequeña tienda de vez en cuando, con el consentimiento de Rosa y los mandos intermedios, donde podían comprar jabón, galletas y algunos dulces, escasos en la vida cotidiana y constantes peticiones de los menores a los visitantes. Esto último, a escondidas de Mamá Rosa, quien no solo representaba la figura materna y de amor sino una autoridad a quien en definitiva había que temerle y respetarle.

A pesar de todo lo que se sabe — o se especula — también puede decirse que Rosa fue muy renuente a las visitas o incorporación de extraños a su familia, no dejaba que tomaran fotos en sus interiores y solo les recibía en el patio principal, en el que se encontraban los salones de la escuela, que logró tener hasta nivel medio superior y donde se aprendían música y oficios por las tardes. Cuando le cuestionaban sobre el orden o el registro de los niños y las condiciones en que vivían ella respondía enfática que “en una familia no existen esas cosas” y lograba recordar a la perfección cada una de las historias de sus inquilinos, cómo llegaron a ella y su progreso dentro de la GF. Esto provocaba que de alguna manera se adueñara de los niños, incluso aunque tuvieran a sus padres, y ella fuera quien decidiera si estaban listos o no para reincorporarse a la vida exterior o regresar con su familia biológica[2].

Los matices y contrastes

Hasta este punto, la lectura ya puede parecer agridulce y ni siquiera se puede formar un criterio en un extremo u otro sin sentir que faltan piezas del rompecabezas. El cateo del albergue en 2014 desató una ola de notas mediáticas, imágenes crueles y duras del interior del albergue, testimonios, marchas a favor como #YoTambiénSoyHijodeRosa y en contra, que dividieron la opinión de la sociedad civil, respaldándose en casos de éxito o de abusos de menores, según fuera el argumento. Otro justo reclamo — que no debería ser solo al calor del momento — fue en contra de personajes dentro de la política que visitaban el albergue y no indagaron más e incluso acusaciones de que muchos de ellos sabían lo que se vivía en el interior y prefirieron voltear a otro lado. Entonces cabe preguntarse por qué un mismo lugar fue tan defendido por Vicente Fox, Jean-Marie Gustavee Le Clézio[3], por citar un par de personas conocidas, quienes sostuvieron que todo esto fue parte de un linchamiento de la PGR, que Mamá Rosa no sería capaz de haber permitido eso y que, de haber existido abusos ella no lo sabía. En contraste, ese mismo lugar mostraba imágenes que causan escalofrío y dolor solo de imaginarse lo que pudo haber pasado en el interior de la GF y ponen en entredicho la bondad y la perfección que se proclamaron en él y hacia él.

Particularmente, se defendió con sumo interés a Rosa, quien “aceptó una misión difícil y de la que nadie se quiere responsabilizar: cuidar de los menores infractores, huérfanos y abandonados en un mismo sitio”. Su figura es motivo de amor y fervor o de odio en Zamora, así sin más. Ella intervenía en cuestiones políticas, sociales e incluso penales; cuando alguien era detenido ella actuaba como abogada e intentaba mediar en las resoluciones. La gente la buscaba para ello y así le debían algo en una especie de reciprocidad, que aprovechaba para cobrarles cuando necesitaba algo en la GF. Médicos, policías, maestros y personas de toda índole le defendieron y le criticaron, con cierto temor o respeto. Algunos le apoyaban incondicionalmente enviándole verduras, pan y dulces cada que podían. Otros preferían mantenerla lo más lejos posible sin tener problemas con ella. Lo que sí puede afirmarse es que concentraba un poder especial y difícil de explicar o comparar.

Las evidencias también son contradictorias; se habló de éxitos del coro en eventos o desfiles en Zamora, del buen nivel de inglés de los jóvenes y también de violencia y embarazos, producto de violaciones o de falta de atención y control en los flujos de las áreas de hombres y mujeres. Los testimonios de los propios menores no permiten dilucidar una versión oficial; parece que cada uno de ellos vivió algo distinto, como si hubieran existido muchos mundos dentro de esas paredes comunes que se esfumaron en aquel julio del 2014.

¿Qué pasó luego del cateo y la muerte de Mamá Rosa?

Las imágenes de la intervención de la PGR no son menos dolorosas; se observa a muchos menores reuniéndose con sus familias y otros tantos confundidos y asustados por la situación. Y no era para menos, un lugar en el que todos se veían con familiaridad y — relativo aislamiento de lo que pasaba fuera de su casa — se llenó de policías, periodistas y otros tantos curiosos de la noche a la mañana. Cada quién con su versión y recelo de lo que creían, negación a la vista y preguntas que siguen sin resolverse. Cuando Mamá Rosa fue detenida, otras personas fueron acusadas también por todos los delitos y agravios en contra de los menores, entre los que se encontraban secuestro y trata de personas[4] y luego parecía que el caso se cerraba o se “calmaba” cuando Rosa fue declarada inimputable; tenía ya 81 años. La Seido afirmó que llevaban 14 meses vigilando[5] el albergue previo al cateo y que existían 40 denuncias en contra de Mamá Rosa y el albergue, por lo que había motivos suficientes para proceder de la manera en que se hizo.

La liberación y reclamo de los menores por parte de sus familias, de nuevo se volvió un asunto de dos polos; a quienes les fue “bien” y los que volvieron a la calle acompañados de “sus hermanos”, como se llaman entre ellos, afirmando que era mucho mejor estar ahí que encerrados en la GF[6]. De cualquier manera, la muerte de Rosa en 2018[7] abrió de nueva cuenta una herida en la sociedad zamorana y mexicana: los menores que no tienen familia, que viven en la calle y que se adentran en la delincuencia y las drogas ante una negativa implícita de incluirse en la sociedad con normalidad. Se fue llevándose consigo respuestas que todos necesitábamos y que habrían sido de utilidad no solo en el caso de la GF, sino para el criterio público.

Los menores a quienes Rosa recibía en su casa son personas a quienes desde temprana edad se les cortan las alas y oportunidades, y a nadie parece importarle más allá de una nota o de una opinión. Los programas de apoyo son insuficientes o no tan efectivos en su ejecución y seguimiento. Desgraciadamente, es probable que ocurran otros casos como el de la GF porque existe mucha indiferencia por parte de la sociedad; nadie vigila, se cuestiona o apoya más allá de “unas monedas”. Quienes lo hacen son muy pocos y luego, cuando ocurren estos sucesos, todos reclamamos, nos sentimos culpables, impotentes, jueces y parte a la vez.

Con la duda eterna de qué sucedió realmente y fuera de cualquier especulación tendenciosa, lo que sí queda claro es que nunca más debemos permitir que ocurra algo como esto, que los abusos no se justifican con “algunos matices buenos”, que los niños tienen derecho a recibir todo el cariño, afecto y respeto por parte de los adultos, quienes tienen el poder y la obligación de salvaguardar su integridad y su formación. Que nunca debe usarse un asunto donde la dignidad de los menores se convierta en una discusión mediática o golpeteo político y que todo el peso de la ley debe caer sobre quienes resulten responsables de chantajearlos, extorsionarlos y sumergirlos en el mismo círculo vicioso del que precisamente se pretende salvarlos. Que no queremos otra noticia llena de dolor y controversia, queremos que los niños tengan un mundo lleno de color y de amor. ¡Despierta sociedad, la niñez debe ser una prioridad!

A Mimí, quien tiene un sueño genuino y loable de tener una casa hogar para cuidar de los menores, el corazón y futuro de nuestro mundo, para que no pierda nunca el enfoque y sepa que su vocación responde al llamado de toda nuestra sociedad, fragmentada, lastimada y aun así, con esperanza.

[1] Siscar, M. (19 de julio del 2014). “La Gran Familia: maltratos, heces y celdas de castigo en casa de Mamá Rosa”. Animal Político. Recuperado de https://www.animalpolitico.com/2014/07/cuatro-dias-despues-de-que-autoridades-tomaran-control-las-heces-y-las-especulaciones-siguen-habitando-la-gran-familia/

[2] Fletes, R. y Meyer J. (2017). La Gran Familia de Zamora. El Colegio de Michoacán A.C. *Se tomaron citas de varios capítulos del libro para la construcción de este texto.

[3] Premio Nobel de Literatura en 2008.

[4] Méndez, A. y Martínez, E. (18 de julio del 2014). “Acusarán a Mamá Rosa de secuestro y trata”. La Jornada. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/2014/07/18/politica/002n1pol

[5] Sipse. (19 de julio del 2014). “La PGR investigó a Mamá Rosa durante 14 meses”. Sipse. Recuperado de https://sipse.com/mexico/la-pgr-investigo-a-mama-rosa-durante-14-meses-102710.html

[6] Martínez, D. (17 de julio del 2015). “La calle es ruda y emocionante, mejor que el albergue La Gran Familia”. El Universal. Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2015/07/17/la-calle-es-ruda-y-emocionante-mejor-que-el-albergue-la-gran-familia#imagen-1

[7] García, M. (3 de junio del 2018). “Muere ‘Mamá Rosa’ exdirectora del albergue La Gran Familia”. Excelsior. Recuperado de https://www.excelsior.com.mx/nacional/muere-mama-rosa-exdirectora-del-albergue-la-gran-familia/1242911

--

--

Yoselin Acosta

Economista urbana. Fronteriza. 23 años. Desenmaraño cualquier complejidad que cobra (o no) sentido en mi mente mediante algunas letras.