Desarrollo económico en tiempos de la pandemia por Covid-19

Yoselin Acosta
4 min readMay 15, 2020

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Sanitización en los puentes internacionales de Ciudad Juárez. Imagen tomada de El Diario de Juárez.

Actualmente nos enfrentamos a una crisis generalizada; mucho se ha hablado de la inminente recesión económica que está ocurriendo este año. Más allá de los términos cuantitativos como la caída del PIB y la desaceleración -o paro total- de las actividades económicas, es importante considerar que hay otros aspectos del desarrollo económico, como el sistema de salud, que se ponen en entredicho. Por una parte, debido a la incapacidad del gobierno para desempeñar políticas oportunas y proveer de equipo de protección e insumos al personal de la salud. Todo esto aunado al pánico y la ignorancia sociales, que en buena medida contribuyen a que la situación se agrave, sobre todo al no acatar las reglas sanitarias como debería hacerse.

El confinamiento nos muestra la fragilidad de nuestra libertad, que Amartya Sen propuso como una de las características esenciales del desarrollo. Pareciera que estamos condicionados a lo que nos dicen en medios de comunicación y sujetos a la esperanza de que, en caso de enfermar, tendremos “suerte” de que nos atiendan correctamente y que haya disponibilidad de un lugar en algún hospital. No necesariamente lo vemos como algo que nos corresponde por ley y por derecho.

Vázquez Barquero complementaba esta idea a través del papel de las instituciones. Una crisis, de cualquier índole, permite observar lo mejor y lo peor de cada país, encabezados por sus gobiernos. Algunos países como México, cuyo líder subestima la situación se contrastan con otros como Estados Unidos -fuertemente azotado por la pandemia- que desarrolló un paquete económico para incentivar su economía. Cada uno con sus aciertos y errores. Además, el nivel de conciencia de cada nación ha incidido en la rapidez del contagio comunitario. Algunos no lo tomaron con la seriedad necesaria en un inicio y les ha costado muchas vidas, como los casos de Italia y España, los más afectados de Europa.

Algunas nociones del sub desarrollo de la escuela Cepalina tienen que ver con la sensación de impotencia de los países en vías de desarrollo ante las situaciones adversas; este es un momento coyuntural para prestar atención al sentir de la gente. Por ejemplo en Ecuador, donde se declaró en primera instancia que las funerarias no eran un servicio esencial y su cierre provocó que los ecuatorianos tuvieran cadáveres dentro de sus casas o abandonados en la calle. Más allá de la cobertura amarillista que este tipo de estas noticias recibieron y la oleada de otras tantas falsas, existen muchas vulnerabilidades de la sociedad que se han ignorado sistemáticamente. En parte, porque así es conveniente que sea para algunos intereses egoístas y porque vivíamos, hasta hace un par de meses, en un mundo sumamente acelerado y lleno de actividades que pocas veces dejan espacio para la reflexión y la conciencia plena, recordando que son derechos humanos y que parecieran estar reservados para quienes tienen el “privilegio” de hacerlo.

La pandemia como oportunidad de reflexión

Aunque el panorama parece desalentador en muchas maneras, también es una oportunidad de cambiar algunos hábitos que tenemos, como en el tema de nuestra huella ecológica, considerando que la naturaleza ha tomado un curso distinto y mucho más relajado mientras estamos en cuarentena y no invadimos sus espacios, o las ciudades que han tenido menor contaminación luego de reducir la circulación de vehículos. Estamos viviendo un caso peculiar y, de hecho, una especie de antítesis de la curva ambiental de Kuznets en la que la contaminación no se vio mermada con el crecimiento económico de un país, sino con el paro de las actividades económicas no esenciales y la disminución de la interacción humana en todas sus facetas. Esta es una invitación para realizar un análisis más profundo, especialmente por parte de los economistas ambientales, que bien han enfatizado en la sostenibilidad ambiental como parte del desarrollo.

No obstante, parece que lo que más importa es a lo que menos se le da relevancia en el marco internacional. Se habla diariamente de la caída del precio del petróleo, de quedarse en casa, lavarse las manos, usar cubre bocas y desinfectar, pero se olvidan de las personas que no tienen acceso a agua potable ni entubada, ni una computadora e internet para trabajar o estudiar en casa. No se habla de las políticas que el gobierno implementará para que la pandemia tampoco alcance a estos sectores de la población menos favorecidos; siguen siendo invisibles. Una situación de este tipo nos invita a reflexionar -si es que contamos con los medios y el tiempo para hacerlo- y nos compromete, de facto, a propiciar y exigir cambios para aquellos que no pueden, que continúan trabajando al día porque no tienen forma de sostenerse si no lo hicieran. En los médicos y personal de salud en general, las personas que trabajan en el supermercado, los repartidores de comida, de paquetería, los jardineros, los albañiles, por mencionar tan solo algunos, a quienes he visto continuar con sus actividades cerca de mi casa, protegiéndose como pueden y buscando continuar con sus vidas de la forma más “normal” posible a diario.

De hecho, podría resumirse lo anterior en la afirmación de que algunos de los trabajos más importantes para el funcionamiento de la sociedad son también los más extenuantes, riesgosos y, con frecuencia, los peor remunerados y con escasa o nula seguridad social. Espero que no olvidemos lo mucho que nos ha costado en términos de impuestos, de reformas, de leyes, encaminarnos hacia el desarrollo y lo poco que lo vemos consolidado en situaciones complejas, como la que vivimos. Que consideremos lo frágiles que podemos llegar a ser como individuos, sociedad y humanidad en conjunto y lo marcada que es la desigualdad en este marco de crisis sanitaria… El desarrollo económico no es una rama relativamente nueva en la Economía solamente por el tiempo que lleva estudiándose, sino por el largo camino que nos queda por recorrer, cuestionar, reflexionar y, lo más importante, actuar.

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Yoselin Acosta

Economista urbana. Fronteriza. 23 años. Desenmaraño cualquier complejidad que cobra (o no) sentido en mi mente mediante algunas letras.